La Argentina Próspera de la Generación del Ochenta

Se planteó un ideal de sociedad con optimismo y convencimiento en un futuro generoso, así surgió la Argentina Próspera basada en ideas liberales.

La Generación del Ochenta supo aprovechar la conclusión de diversas crisis políticas y económicas, dando paso a un ideal de sociedad caracterizada por el optimismo y el convencimiento en un futuro generoso, así surgió la Argentina Próspera basada en las ideas liberales.

[dropcap]L[/dropcap]os políticos de la «generación del ochenta» defendían posturas positivistas,​ con el lema de Orden y progreso. Creían ciegamente en el progreso, identificando tal concepto con el crecimiento económico y modernización; el orden era considerado una condición necesaria de tal progreso, ya que fijaba las condiciones de tranquilidad en las cuales debía encontrarse la nación para permitir la proyección del progreso.​ Con similar contenido, las dos presidencias de Julio Argentino Roca se fundaron en el lema “Paz y administración”, que sintetiza el pensamiento liberal.​

AL asumir Roca, el 12 de octubre de 1880, culminó la etapa histórica llamada «de las presidencias históricas» y se inició el período de la «generación del ochenta» Al momento de asumir Roca tenía 37 años, lo que lo hizo el segundo presidente más joven de la historia argentina, precedido solo por Avellaneda, su antecesor, que tenía sólo unos meses menos al asumir su gobierno. 

El sistema político que lo había llevado a la presidencia, y que mantuvo una notable estabilidad hasta mucho después de que la abandonara, reposaba sobre una serie de acuerdos entre los gobernadores provinciales y el presidente, que disponía del control del presupuesto nacional a favor o en contra de las provincias y podía deponer a los gobernadores desafectos por medio de las intervenciones federales. Durante su gestión se sancionó el Código Penal y el de Minería de la Nación. El 6 de diciembre de 1880 se promulgó la Ley 1029, y con ella se declaró oficialmente a la ciudad de Buenos Aires como capital de la República Argentina. Se fundó la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires.

La situación sanitaria del país no había mejorado significativamente desde la epidemia de fiebre amarilla de 1871: entre 1884 y 1887, una serie de epidemias de cólera causaron centenares de muertos en la capital y el interior.

El sistema económico se sostenía por el intercambio de productos primarios de origen agropecuario por productos manufacturados del exterior especialmente de Europa.

La Argentina Próspera
El presidente Roca ante el Congreso.

La impresionante expansión económica

El período de 1880-1914 fue la etapa de mayor crecimiento económico del país. “Las tendencias que ya se visualizaban con anterioridad a 1880 terminaron por generar un crecimiento irregular pero vigoroso, orientado hacia las exportaciones, de un dinamismo inusual aún en aquellos años en los que muchas de las regiones periféricas del mundo asistían a procesos en los que las exportaciones constituían el motor del crecimiento. Ya sea que se compare el crecimiento experimentado por Argentina con su propia evolución anterior o posterior, o con lo que estaba sucediendo en el resto del mundo durante el período 1880-1913, se puede calificar sin lugar a dudas, de extraordinario” (Díaz Alejandro, 1980, p.370). Entre 1880 y 1913 el producto bruto per cápita se más que duplicó. La población total se cuadruplicó, elevándose de menos de dos millones de habitantes a comienzos de la década de 1870 a más de ocho millones en 1914. Las tasas de crecimiento anual entre 1880 y 1914 fueron del 3.4% para la población y de entre 2 y 2.5 para el PBI.

Asimismo, diversos tratados con los países vecinos pusieron fin a las principales cuestiones de límites, afianzando el control del territorio nacional y trayendo paz a la población, a diferencia del permanente estado de beligerancia que experimentaba Europa.

La base de este crecimiento estuvo constituida por una serie de factores, entre los que se destacan la expansión acelerada de la producción agropecuaria, el crecimiento de las exportaciones, la modernización del sistema de transportes -en particular gracias a la construcción de ferrocarriles- y al crecimiento de la población. Estos cambios afectaron la configuración del espacio y se tradujeron en la formación de un mercado nacional, y en el desarrollo de una incipiente industria vinculada a la ganadería y al agro.

Al mismo tiempo, la Argentina se fue incorporando a un mercado mundial crecientemente integrado como país exportador de productos agropecuarios.

Si observamos la décadas anteriores, desde 1820 tuvo lugar un primer proceso de modernización y diversificación de la producción agropecuaria, gracias a la introducción y difusión de la cría del ovino, proceso que se aceleró desde la década de 1840. Para 1851 la lana constituía más del 10% de las exportaciones totales del país, y el stock de ovejas alcanzaba a 14 millones de cabezas (hacia 1810 el número de ovejas era de entre 2 y 3 millones). La expansión del ovino continuó en la década de 1860, produciéndose una verdadera “fiebre del lanar”. Para 1865 la lana se había convertido en el principal producto de exportación de la Provincia de Buenos Aires y también del país. Hasta fin de siglo la lana siguió siendo el principal producto de exportación del país, pero la cría de ovinos fue declinando paulatinamente desde la década de 1880. Al mismo tiempo, las variedades destinadas a la producción de lana -como el merino- se fueron desplazando desde la provincia de Buenos Aires hacia el sur, reemplazadas por nuevas razas, que servían también para el abastecimiento de carne a la naciente industria frigorífica.

Modelo Agroexportador

Pero además, para fines de la década de 1880 ya estaba madurando otro proceso, que cambió radicalmente el uso del suelo en la pampa húmeda. El vacuno, destinado a los frigoríficos, fue reemplazando al ovino. Al mismo tiempo, se produjo una fuerte expansión de la agricultura, gracias a la incorporación de nuevas tierras.

Cosecha de trigo en la provincia de Buenos Aires.
Harry Grant Olds – Escaneado de “H.G.Olds, fotografías 1900-1943 Un norteamericano retrata la Argentina”. Ediciones de la Antorcha
Vista campestre. Cosecha de trigo en la provincia de Buenos Aires.

La Generación del Ochenta llevó adelante un proceso de inmigración europea sin precedentes, acompañado por una etapa de expansión de la economía del país convirtiendo a la Argentina en una nación próspera. Mediante la implementación de una política económica liberal que terminó de organizar un modelo agroexportador. Así el país concentró su actividad económica en la región pampeana con eje en la ciudad-puerto de Buenos Aires, con el fin de producir carnes (ovinas y vacunas), cuero, lana y granos (trigo, maíz y lino), principalmente para el mercado británico, a cambio de importar manufacturas industriales. Mientras el 95% de las exportaciones eran de productos agrarios, Argentina importaba el 77% de su consumo textil y el 67% de su consumo metalúrgico. Simultáneamente el capital inglés se hizo cargo de la mayor parte de las actividades logísticas, como los bancos, ferrocarriles, frigoríficos, etc.​

Construcción de Ferrocarriles 

Si bien la primera línea ferroviaria comenzó a construirse en 1857, el aumento de las millas construidas fue lento hasta la década de 1880. Los réditos por el transporte de la producción agropecuaria garantizaban la instalación de ferrocarriles privados que transportaban hacia 1880 más de 3 millones de pasajeros y cerca de un millón de toneladas de carga, de los cuales el 90 % de los pasajeros y el 80 % del transporte de cargas pertenecían a las líneas trazadas en la región pampeana. Ya para comienzos de la década de 1890 la red ferroviaria tenía una extensión de 9397 kilómetros y las inversiones, realizadas tanto en forma de inversión directa como de empréstitos, alcanzaban un monto de 320 millones de pesos oro, correspondiendo el 90 % a las de origen británico y el 10 % a los capitales franceses.

Las etapas de mayor expansión fueron los años ochenta y la década previa a la primera guerra mundial. Para entonces todas las líneas troncales estaban trazadas. Por solo nombrar un ejemplo, el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, conocido como BAP, fue una compañía de capitales británicos que operó una red de ferrocarriles de trocha ancha (1676 mm) en la Argentina durante la última parte del siglo xix y la primera mitad del siglo xx.

Como su nombre lo indica, su objetivo era unir la Ciudad de Buenos Aires con el Océano Pacífico, atravesando para ello las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Luis y Mendoza. Allí, en la capital provincial, existía un trasbordo con el Ferrocarril Trasandino con cabecera en la ciudad de Los Andes, desde donde se volvía a transbordar para llegar al puerto de Valparaíso, Chile.

El BAP jugó un rol clave en el surgimiento de decenas de pueblos y ciudades, en la actividad agrícola y -especialmente- en la industria vitivinícola de la provincia de Mendoza, aportando el transporte hacia el resto del país y al Puerto de Buenos Aires.

La Argentina Próspera
Ferrocarril BAP – Foto de 1930 – Archivo General de la Nación (AGN)

La construcción de los ferrocarriles fue un elemento clave en la consolidación de la actividad agroexportadora, ya que posibilitó la colonización y explotación comercial de la pampa. El desarrollo agrícola no hubiera sido posible sin ferrocarril, ya que no existían vías alternativas que permitieran el transporte desde las zonas de producción.

“Hacia mediados de los años 1876-79, la superficie que estaba en explotación en la zona pampeana argentina alcanzaba a 54,6 millones de hectáreas. Entre esos años y el final de la década de 1880, esa superficie llegaba a 83,8 millones de hectáreas. En una década se habían agregado unos 30 millones de hectáreas, alcanzando la superficie explotable en la Pampa Húmeda sus dimensiones actuales”. (R. Cortés Conde, 1980, p.377). En los años ochenta la incorporación de tierras se debió sobre todo a la campaña del desierto.

El crecimiento de la oferta de tierras permitió en primer lugar una gran expansión de la ganadería vacuna, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. A partir de la extensión del ferrocarril, comenzó la expansión de la agricultura, que se aceleró en la década de 1890. En una primera etapa la provincia de Santa Fe lideró este proceso, seguida por la de Buenos Aires, pero hacia 1914 la producción cerealera de Buenos Aires superaba ampliamente a la de Santa Fe.

El aumento de la producción agrícola, especialmente en el caso del trigo, se tradujo en un fuerte incremento de las exportaciones, que pasaron de 328.000 toneladas en 1890 a 1.900.000 en 1900. También fueron incrementándose las exportaciones de carne congelada, gracias a la expansión de la actividad frigorífica y a la mestización del ganado.

En 1888 Argentina era el sexto exportador de granos, pasando a ser el tercero en 1907, sólo superado por Estados Unidos y Rusia. Sin embargo, aún con semejante despegue económico, el modelo agroexportador de ese período, ha sido criticado desde diversos sectores por no impulsar a otras industrias como textiles y metalúrgicos, sin entender que el modelo liberal no impulsa la intervención del Estado.

Ideales de la Generación del Ochenta

A lo largo de casi toda su existencia, los hombres de la Generación del 80 creyeron en un destino de progreso indefinido para su país y para la humanidad. Se esperaba ver un crecimiento del país en todos los aspectos, tanto económicos, como sociales, culturales y materiales. En cierto sentido, no creyeron necesario hacer mucho más que crear las condiciones para ese crecimiento, ya que daban por sentado que el progreso respondía más bien a la naturaleza de las cosas.​ El único período que cuestionó esa esperanza fue la crisis económica de 1890, pero el optimismo general retornó al poco tiempo.​

Las ideas positivistas de esta generación estaban notablemente influidas por el pensamiento de Herbert Spencer, que adaptó los principios evolucionistas de Charles Darwin a las sociedades modernas.​ Así, de acuerdo al modelo sarmientino, gauchos e indios eran bárbaros, personas incultas incapaces de apreciar las ventajas de una vida social fundada sobre los principios liberales que garantizaban el camino hacia el progreso. Sostenían por ello la necesidad de eliminar la barbarie mediante el orden y afianzar la civilización, trayendo población europea para entrar en las vías del progreso. Enfrentaron las posiciones tradicionales de la Iglesia católica y bajo su impulso se trató de definir la separación entre la Iglesia y el Estado con la sanción de las leyes de Matrimonio Civil, Registro Civil y Educación Común, la última de las cuales estableció la enseñanza primaria pública, obligatoria, gratuita y laica. 

Según la mirada de Juan José Sebreli, nunca se intentó seriamente separar completamente la Iglesia del Estado, sino solamente de minimizar la influencia institucional de la misma.​ Estas últimas medidas llevaron a un enfrentamiento constante con la Iglesia, que intentó ser defendida por una fracción ideológicamente marginal de la Generación del 80 como Estrada, Emilio Lamarca o Pedro Goyena.

La generosa y amplia política basada en las ideas liberales permitió el adecuado fomento de la inmigración, cumpliendo las prescripciones contenidas en la Constitución Argentina; empero este amplísimo régimen de promoción de entrada al país de millones de nuevos habitantes fue parcialmente limitado con leyes represivas como la «Ley de residencia» de 1902 y la «Ley de defensa social» de 1910, a fin de controlar la expansión del socialismo y del anarquismo. La enorme expansión poblacional dio nacimiento a movimientos obreros que comenzaron a reclamar por la mejora de sus condiciones de vida, en especial, de trabajo incorporando en sus acciones a la huelga como herramienta de presión social.

La inmigración dio paso, gracias a las políticas implementadas por la Generación de los 80, a que en el lapso de un cuarto de siglo, se produjera un fenomenal movimiento social ascendente que dio paso a la poderosa clase media argentina.

Próximamente seguiremos ampliando sobre los distintos presidentes de ese periodo.

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